Crítica- La huésped (The host) (2013)

“Otra adaptación romanticona y absurda dentro de la ciencia ficción actual. No creo que las nuevas generaciones sean tan sumamente ñoñas”

En este nuevo siglo la escritora Stephenie Meyer ha conseguido vender numerosos ejemplares de su saga “Crepúsculo” y, posteriormente, de esta “La huésped”. Usando un estilo adolescente ñoño y pasteloso ha conseguido atraer a las nuevas generaciones al universo de la ciencia ficción, más romanticona y bastante bobalicona. Así, después del enorme éxito de la saga cinematográfica de la citada “Crepúsculo” le tocó el turno a su otra saga, “La huésped”, para dar el salto a la gran pantalla.

Para ello la Summit Entertainment, dueña de los derechos cinematográficos de la novelas de Meyer, se embarcó en esta nueva adaptación, buscando un nuevo éxito de taquilla, algo que, por cierto, no ha conseguido.

Para llevar a buen puerto esta nueva historia romanticona, y, me repito, bobalicona, se optó por el director Andrew Niccol, responsable de las curiosas “In time” en 2011 y “Gattaca” en 1997. Además fue él mismo el encargado del guión de esta adaptación, la cual está protagonizada, como no podía ser de otro modo, por jóvenes y futuras estrellas. Así el protagonismo recae en Saoirse Ronan, vista en “The lovely bones” (2009), Jake Abel, de la saga de Percy Jackson, Max Irons, que participó en “Caperucita Roja ¿A quién tienes miedo?” (2011), o Chandler Canterbury, visto en “Señales del futuro” (2009). Además también tenemos algún que otro interesante veterano, como William Hurt, visto en diversos títulos de género, como “El increíble Hulk” (2008), o  “Viaje alucinante al fondo de la mente” (1980), Diane Kruger, de “Malditos bastardos” (2009), J.D. Evermore, “El amanecer del planeta de los simios”, (2012), o Scott Lawrence, un eterno secundario.

Realmente no esperaba absolutamente nada de esta cinta, y ni todavía sé cómo pude adelantar su visionado a una enorme lista que tengo pendiente. Y es que no he visto, y ninguna prisa tengo, una sola parte de “Crepúsculo”, de hecho esta nueva ola de cine adolescente romántico de género me empalaga en demasía. “Memorias de un zombie adolescente” me pareció bastante ridícula, aunque otras de las nuevas adaptaciones tipo “Divergente” sí me entretuvieron, que de eso se trata. Y de esta “La huésped” tengo sentimientos encontrados. Por una parte me parece una historia original de lo más absurdamente melosa y tonta que vi en mucho tiempo. Creo que para ser romántico no hace falta introducir tantos elementos que son más bien sonrojantes.

Porque puedo aceptar toda la situación, con esos extraterrestres, conquistadores, que quieren, o no, compartir el mundo con los humanos. Aunque, creo, que todo esto ni siquiera Meyer lo tiene claro. Quizá en la novela quede más claro, en la película desde luego que no. Pero sigamos. En la historia tenemos una especie de triple historia sentimental, por no decir más. Ninguna de ellas funciona como debería. La referente a los hermanos está cogida con pinzas de una forma realmente burda. Y es que durante el metraje tenemos bastantes licencias de guion que no pueden por más que sacarnos una risa sonrojante y ridícula. Una pena.

Aunque uno sabe a qué se atiene con este tipo de productos sentimentaloides para adolescentes, aunque parezca que las nuevas generaciones sean algo estúpidas, algo que no es real. Recuerdo las cintas de este tipo, podríamos decir “Ghost”, de mi época, y no eran, en absoluto, tan absurdas como esta, y mira que la escenita del barro tenía traca… jajaja.

Por otra parte sí hay que destacar una buena labor de dirección, no así de guión. Por lo que tenemos buenas calidades en este presupuesto, que tampoco es que fuese un grandísimo presupuesto, por otra parte. Andrew Niccol vuelve a demostrar que es un gran, y profesional, director. Lástima del producto que le encargaron. La fotografía luce bien, sin ningún tipo de distinción, la banda sonora ídem, y el montaje es lentito, como parece que quiere serlo. A mí estos montajes me matan, pero entiendo que este tipo de cine los requiere.

Es curioso cómo la cinta en su tramo “final”, que la tontería melosa dura poco más de dos horas, trata de crear algo de tensión o acción, y desde luego que no lo consigue. De hecho lo mas conseguido son un par de soliloquios por parte del perfil de Wanda, que de no ser tan empalagosos hasta hubiesen sido del todo recordados. Pero el tono meloso y adolescente mata a este título, el cual, según parece, ni a los fans de “Crepúsculo” gustó. Y aquí sí que me pierdo… jajaja.

No quiero dejar de hablar de la construcción de los extraterrestres. Si bien no son nada originales, sí tiene matices interesantes. Como la conciencia propia, la cual, por cierto, surge realmente tarde. Por otra parte los buscadores tienen demasiadas licencias, tantas que tiene diversos momentos, nuevamente, bochornosos, y es que esta afirmación es un lastre demasiado continuo durante todo el metraje.

Y no quiero dejar de apuntar este matiz. ¿Alguien me puede explicar si estos seres son buenos o malos? Porque sí, son condescendientes, crédulos, simpáticos y todo lo que tú quieras. Pero están acabando con una especie. No entiendo nada… Y me pregunto yo, ¿qué hago yo tomándome en serio este argumento de pacotilla? Qué cosas…

Tampoco debo dejar de hablar del elenco. Sigo alucinando con Saoirse Ronan, siempre actúa igual. Espero que en un futuro realice una película donde use otros registros. Además, el verla impávida no la deja en buen lugar, a mí, en momentos, me desesperaba. Aunque, he de reconocerlo, el tener esa vocecita durante toda la película no la ayuda en absoluto. Y no, no quiero entrar en lo relativo a la voz, que vaya tela.

Por otra parte me dio mucha pena ver a un veterano de la talla de William Hurt en un título como este, pero en los últimos años vemos a muchos veteranos deambular por productos de este tipo. Del resto solo decir que no sé si son los jóvenes actores, o la falta de dirección, pero, por ejemplo, Max Irons está calamitoso, y Jake Abel habría que decirle que las facciones del rostro hay que usarlas.

Por cierto, el final es ñoño a más no poder, y la aparición de Emily Browning, de la muy superior “Sucker punch” (2011), es muy mala. La deja en un lugar pésimo, ya que sale bastante fea… y este matiz produce demasiadas carcajadas a su costa, y tampoco es del todo justo.

Por lo que tenemos otra cinta de ciencia ficción romanticona que no vale demasiado. Parece que las nuevas generaciones tuviesen el cerebro atrofiado, y no creo que sea así. Espero que la ñoñería actual de pie a otros estilos más dinámicos e interesantes. Esta cinta, desde luego, pasará sin mayor pena ni gloria, como otras tantas de su estilo.

Óscar Arias