Crítica- Okko, el hostal y sus fantasmas (2018)

“Anime cómico y dramático que se queda a mitad de camino”

Cada nueva aparición de un anime de género proveniente de Japón nos hace estar pendientes de su estreno. Así esta “Okko, el hostal y sus fantasmas” llamó nuestra atención por diversas razones. La primera de ellas, su estreno en salas en España, país con pocos estrenos anuales de este tipo. Por cierto, alguna vez alguien podría decirnos el motivo. Y la segunda porque su responsable es Kitarô Kôsaka, antiguo trabajador del magnífico Studio Ghibli y que ha participado en títulos como “Akira” en 1988, “La princesa Mononoke” en 1997, “El viaje de Chihiro” en 2001 o “El niño y la bestia” en 2015.

Por lo que con estos antecedentes uno puede prever que se va a encontrar, más aún si comprueba que el guión es obra de Reiko Yoshida, que cuenta con un número enorme de trabajos, el cual adapta el anime de Hiroko Reijo y Asami del mismo nombre, que iba destinado, principalmente, a un público infantil.

Y no, no fallamos ni un ápice. Estamos ante otra obra que trata de convertirse en el nuevo pelotazo del anime, como los fuese “El viaje de Chihiro” en 1997. Pero no, no lo consigue. Pero ni de lejos. Dicho lo cual, no se puede decir, en absoluto, que estemos ante un mal producto. Nos encontramos ante un anime a medio camino entre un cuento infantil y adulto,  que aboga por la amistad y la búsqueda de la niña protagonista de su yo interior después de una tragedia.

Y quizá sea esto lo que falla en esta “Okko, el hostal y sus fantasmas”, el mejunje de ideas y su desarrollo. Ya que todas se ajustan a la comedia, la cual es muy clásica y funciona en su totalidad al más puro estilo japonés, y al drama. Drama donde tenemos historias en paralelo algo desiguales. Así como la  de Okko y sus padres o su futuro como propietaria del hostal funciona, y es la que tiene mayor peso en la trama, la relativa al niño queda algo desdibujada sobre todo cuando empieza a ganar peso dramático la de la “competencia” de Okko.

Porque quizá tengamos demasiados momentos que parecen más bien episodios sueltos de una serie de TV que un largometraje más al uso. Con sus vueltas de tuerca, tramas aparte, las cuales luego tienen algún tipo de conexión, y todo lo que uno puede esperarse de una serie de anime. Lo cual no es negativo, ojo, pero si nos prohíbe seguir con más dinamismo la cinta. Por lo que si bien es entretenida no acaba de despegar en ningún momento. Quizá sea por sus momentos más infantiles o por estos momentos donde la trama da pequeños bandazos. Aunque como la cinta dura poco más de 90 minutos en ningún momento se hace pesada, ni para un adulto. Solo que es algo desigual es su concepción. Lo que no es óbice de un visionado, el cual recomiendo totalmente.

Ya que si uno gusta de los animes japoneses de siempre, y del citado Studio Ghibli, esta obra no se la puede perder. Ya que sigue los cánones habituales de sus cintas, sobre todo las realizadas en 2D. Especialmente en lo relativo a la técnica de la animación. Y a un servidor le encanta, que demonios. Si, es cierto que puede ser algo infantil y repetitiva,pero cumple. Con esas caras tan redondas, y sus ojos o aspavientos tan exagerados.. Si, lo sé, pero a mí me siguen funcionando y enganchando, que queréis que os diga..jajaja
Eso que los fantasmas son super clásicos, sobretodo dentro de la comedia japonesa más clásica.

Aunque en esta ocasión me falto algo más de contundencia, o algo menos de sensacionalismo. De hecho la escena final, que es como un clímax del personaje de Okko, no me dijo gran cosa. Lo acepté, disfruté y poco más.
Por lo que si os recomiendo ver este nuevo anime, el cual no llega a los grandes trabajos del género, pero se puede ver con agrado. Y, creo que, esto es lo que importa. Lo que no me queda muy claro es el target al que va dirigido especialmente, ya que está en un pequeño limbo dramático. Es como para los más peques de la casa pero con mas drama de lo habitual, para que os hagáis una idea. Así que id a verla con los más peques, o simplemente por disfrutar de un anime japonés, que no tenemos muchas ocasiones de verlos en cine. No defrauda sin ser ninguna joya.