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Crítica- Perra bruja (1988)

“Cinta de fantasma vengador que mezcla diversos subgéneros con buen gore”

Dos años después de la explotación Entrenamiento mortal, 1986, Michael Fischa, responsable igualmente de Mi madre es una mujer lobo, 1989, o Deadtime stories, 2008, rodó esta Perra bruja, el cual sería su debut, localizada igualmente en un Gimnasio. De hecho estas dos cintas junto con Linnea Quigley’s Horror Workout, 1990, son los únicos exponentes de este mini subgénero, otros muchos títulos tocan este tipo de lugares, gimnasios y similares, pero no centran, como es el caso, toda su acción en los mismos. Además el guión de James Bartruff y Mitch Paradise introduce elementos de una de las historias de Creepshow, 1982, con una máquina que dirige todo, y toques fantasmales, por lo que nos alejamos del clásico slasher, aun teniendo diversos elementos del mismo.

El presupuesto es interesante, así podemos ver a un elenco del todo reconocible encabezado por William Bumiller, [The dark mist, 1996], Brenda Bakke, [Gunhead, 1989], o Merritt Butrick, [Booby trap, 1986], además participan el mítico Ken Foree, [Zombie, 1978, o Re-sonator, 1986], Rosalind Cash, [Tales from the hood, 1995], Francis X. McCarthy, [Alien nation, 1988], Shari Shattuck, [Uninvited, 1988], Chelsea Field, [Dust devil 1992], la bella Tane McClure, vista en Zombie death house, 1987, o El Ático, 1986, aparte de una debutante Karyn Parsons, recordada por su participación en la serie de televisión El príncipe de Bel- air.

El gimnasio de Michael es lo último en tecnología, todas las máquinas están controladas por un ordenador central que maneja David Avery, cuñado de este con el cual guarda mala relación desde el suicidio de su mujer, Catherine. Pero comienzan a sucederse accidentes en el centro y Laura, actual pareja de Michael, es la primera víctima y quedará casi ciega. La policía investigará el caso pero los accidentes, muertes y desapariciones de los miembros del gimnasio se suceden, así hasta una fiesta donde habrá un baño de sangre a no ser que detengan al terrible asesino.

Estamos ante un típico producto ochentero que mezcla diversas variantes del género, si bien centra la acción en un gimnasio, como ya viésemos en Entrenamiento mortal, 1986, la cual resulta mucho mas divertida, aquí se juega con el género. Empezamos creyendo que estamos ante un slasher al uso para pasar a una de científico chiflado, para concluir con una de fantasmas y posesiones realmente extraña. Todo salpimentado con buenas calidades técnicas y amplias dosis de gore, siempre leí que esta cinta era cercana al ultragore, y diversos elementos tiene. Lástima que la censura la estropeases tanto ya que viendo su versión Uncut podemos decir que tiene altas dosis de hemoglobina que harán las delicias de cualquier goremaníaco.

La banda sonora es típicamente ochentera, al igual que muchas acciones de los personajes los cuales tienen perfiles muy tópicos. Veremos interpretaciones de todo tipo, sobreactuaciones, como el caso de William Bumiller, representaciones perfectas de su perfil, como Merritt Butrick, o diversos elementos cómicos representados en el gordito Nerd del gimnasio y Ken Foree, el cual está bastante hinchado para esta cinta.

Aunque esta película tiene diversos peros, cabría la posibilidad de creer que es un producto ochentero entretenido, que los es, mezcla de forma algo confusa diversos subgéneros, así al propio gimnasio mecanizado no se le saca el jugo preciso. Indudablemente la historia de Creepshow similar es muy superior, la trama policial hace aguas por doquier, las primeras muertes, o mas bien accidentes dejan bastante que desear, otras muertes pasan del todo desaparecibidas, y así solo en la versión Uncut las podemos disfrutar o tan si quiera saber de su existencia. Tendremos costillas reventadas, baños de ácido, manos que explotan, baldosas asesinas, y un amplio catálogo de sorpresas sangrientas. Que son las que nos van animando ya que Michael Fischa realiza una dirección algo tediosa y no es capaz de crear tensión con la propia trama.

Una vez llegado el clímax final, aqui sí está muy bien Michael Fischa, es donde esta película funciona, y de que forma. Volvemos a las mezclas, tenemos bailecito en el gimnasio donde todo se resolverá y donde contemplaremos ensimismados un baño de sangre genial acompañado de altas dosis de tensión, donde la dirección quizá flaquea en exceso. La aparición de fantasmas, posesiones, y gore, mucho gore, nos dejará con una sonrisa en la boca, lástima que toda la parte inicial no tuviese tanto esta mala leche como este ritmo. Ya que una vez finalizada la cinta sabemos que la fama la tiene gracias a sus momentos gore, porque la cinta pudo dar mas y convertirse en una gran joya, cosa que, lamentablemente, no es.

Cinta de fantasma vengador que mezcla diversos subgéneros y elementos de otros tantos terrores, lamentablemente durante la, casi, primera hora Michael Fischa no consigue crear algo redondo y abusa de tópicos y solo nos despiertan los momentos gore salvajes. Al menos la dirección va de menos a mas y el tramo final es capaz de despertar y mostrar al espectador un buen festival gore y terrorífico, deudor a su vez de películas como Carrie, 1976, o Fonda sangrienta, 1987, como podéis ver es mucho lo que se mezcla aquí, lastima de no tratar de crear algo original y personal. Aunque una sesión doble junto a Entrenamiento mortal hará las delicias de cualquier aficionado al terror ochentero.

Óscar Arias

La Mansion del Terror - 6.8

6.8

Género; Posesión - Venganza - Gore - Fantasmas

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