Crítica- Alien from L.A. (1988)

Albert Pyun es uno de esos directores todoterreno que lleva rodando Serie B de bajo, a veces bajísimo, presupuesto durante casi treinta años, y aunque nunca haya destacado por sus calidades fílmicas siempre será recordado por ser el creador de un número ingente de largometrajes.

En esta ocasión realiza una especie de ciencia ficción fantástica mezclada con cuentos infantiles para la productora todoterreno Cannon, menuda mezcla fue esta a finales de los ochenta, y tomando como protagonista a la atleta y modelo Kathy Ireland, bien famosa por sus videos de aerobic de esa época y por participar en numerosas seres de Tv de los noventa, además de rodar alguna que otra cinta de género, como Viaje al centro de la Tierra en 1989, que está acompañada de, William R. Moses, recordado por participar en la serie Falcon Crest y la serie de films de Perry Mason en los noventa, Don Michael Paul, que dirigió La semilla del mal en 2006, Thom Mathews, de El regreso de los muertos vivientes, 1985, y un elenco que repetiría casi en su totalidad en Viaje al centro de la Tierra del propio Pyun en el año siguiente, cosas de la serie B.

Wanda es una chica monótona a la que su chico la deja por ser muy aburrida, entonces recibe una carta de África debido a la desaparición de su padre, al que no ve hace diez años. Entonces decidirá viajar a África, una vez allí entrará en las excavaciones que investigaba su padre y acabará en la Atlántida, allí ella será la Extraterrestre y el gobierno la querrá dar caza pensando que es un peligro, solo Gus la ayudará a recuperar a su padre y volver a su mundo.

Solo a finales de los ochenta pudieron ver la luz títulos de este tipo, películas que entremezclaban cualquier argumento con cine fantástico y encima contando con un bajo presupuesto, además de usar en varias producciones los mismos decorados, que eran carne de videoclub o de televisión, siempre a altas horas de la madrugada.

En esta ocasión Pyun y un grupo de amigos decide mezclar el mundo de Alicia en el país de las maravillas y Cenicienta con la Atlántida, pero con un guión bastante chabacano y ridículo a mas no poder, además de contar con calidades bastante justitas y absurdas, lo que le gustan a Pyun las lucecitas, es increíble. Además aún coleaba el éxito de Blade runner, 1982, y ya era habitual encontrarse explotaciones de este éxito, y como es normal Pyun y la Cannon no iban a ser menos.

Como hemos dicho el libreto es increíble, los perfiles son de risa, aunque algunos resulten bastante bochornosos, nuestra heroína, Wanda, es estúpida hasta límites insospechados, y la actuación de Kathy Ireland puede llegar a desesperar, aunque todo su matiz bobalicón siempre me hizo mucha gracia, además el doblaje de la versión española es alucinante, con una voz de pito que al principio molesta por lo forzada que está pero luego tiene su pequeño encanto, además la perfilan como charlatana y muy amigable, vamos algo increíble.

Al igual que los habitantes de la Atlántida, que parecen sacados de el mundo de Blade runner pero en barato, por no decir ultra cutre, contando con algunos “monstruos” que provocan mas risa que otra cosa, si hasta tendremos gánster, soldados, generales tuertos, y supuestos Trolls, que son una especie de trabajadores que no se diferencian en nada con el resto, y es que toda la ciudad de la Atlántida es una consecución de decorados baratos a mas no poder y las consabidas lucecitas que tanto gustan a Pyun.

Además en esta Atlántida hasta tendremos una especie de Bruja mala, la cual tratará de vender a Wanda al gobierno, y es que las similitudes con diversos cuentos infantiles son enormes, que estarían haciendo los guionistas al escribir este libreto.. madre mía.Y como no el final es del todo previsible, y muy deudor de Alicia en el país de las maravillas, donde, como no, acabaremos viendo a una Wanda ya preciosa, como un híbrido de Cenicienta y el Patito feo, pero en plan serie B de bajo presupuesto.. casi nada. Eso sí, Kathy Ireland está preciosa al final de la cinta, luciendo un tipazo soberbio.

Otra de las explotaciones de Albert Pyun, director muy odiado y solo amado por los más fervientes seguidores de la Serie B. Este título no pasa de ser un entretenimiento justito, aunque entiendo que haya muchos detractores del mismo. Pero como un servidor creció viendo este tipo de productos en el fondo les tengo un cariño especial, y además, la Serie B yankee de los ochenta siempre tenía su encanto, y que demonios, Albert Pyun no es un director tan pésimo como muchos opinan. En definitiva, un bodrio simpático, en el fondo.