Crítica- Cabin fever (2002)

“Sobrevalorado debut que no es más que un refrito gore de clásicos de culto”

Ya se ha hablado mucho de lo que fue el debut detrás de las cámaras de Eli Roth, “Cabin fever”. Director que cuenta con legión de seguidores y un gran número de detractores, algo que considero lógico viendo sus trabajos y producciones, por cierto. Pero aquí es donde comenzó a forjarse su legado, y se forjó ya que a Tarantino, principalmente, le hizo gracia la cinta y le dio la gran oportunidad al director, que se acabaría convirtiendo en colaborador suyo.

Para este debut, que tuvo un presupuesto de millón y medio de dólares y que recaudó más de veinte, Roth contó con un escaso reparto plagado de adolescentes, donde trató de recrear el espíritu del slasher ochentero pero mezclándolo con decenas de elementos de otros títulos, tales como “Deliverance”, “La noche de los muertos vivientes”, ”Creepshow 2”, “La cosa”, “Posesión infernal” y un larguísimo etcétera, quizá demasiado largo.

Los protagonistas fueron Rider Strong, que repetiría en la secuela de esta que nos ocupa y al que también vimos por “Borderland: Al otro lado de la frontera” (2007), Jordan Ladd, habitual de la troop de Roth, de hecho participó en “Hostel 2” (2007), además de en la saga Grindhouse de Tarantino, el actor cómico James DeBello, de “Scary Movie 2” (2001), Cerina Vincent, vista por “Return to House on Haunted Hill” (2007) o la más reciente “Cuentos de Halloween” (2015) y Joey Kern, visto por “Beneath” (2013).

Lo que siempre me resultó curioso fue la gran acogida que tuvo esta cinta cuando en el mismo año salieron gran cantidad de títulos muy superiores a este, quitando los de mayor presupuesto, ojo. Así ese año pudimos ver “Session 9”, “May, ¿quieres ser mi amigo?”, “Dog soldiers”, “Deathwatch”, o “Dracula: Pages From a Virgin’s Diary”, entre otras muchas.

Al igual que varios directores comenzaron su carrera en estos años, pero no tuvieron la acogida, ni la fortuna, de la que si gozó Roth. Y me refiero a Víctor Salva, Oxide Pang Chun, Brad Anderson, Neil Marshall o Lucky McKee. Y sí, que todos han seguido rodando, faltaría más, y con buenos títulos, en algunos casos. Pero nada comparado a uno de los, supuestos gurús del cine de género actual.

Porque en realidad lo que nos ofrece Roth es una cinta que no aporta absolutamente nada al género, donde vemos más de lo mismo y, encima, contado de una forma nada destacable. Y por esto mismo jamás pude entender la cantidad de seguidores que tiene esta película, ya no entro en el Eli Roth director, que sería otro cantar.

Porque en esta “Cabin fever” la dirección es mediocre, el guión bastante lamentable, las actuaciones algo bochornosas, debido en gran medida a lo absurdo del guión, y con un montaje que se salva, pero que no aporta nada a una dirección plagada de zooms sin sentido, para nada deudores de los grandes directores de terror en los que, encima, dice el propio Roth en que se fijó para “homenajearles”. Porque mucha cara es lo que veo yo en Roth, y, lo más curioso, es que la gran mayoría del público se lo ha comprado. Que alguien me diga algo del cine italiano en esta cinta, tanto de Bava, Argento, Fredda, o alguno.. es que vaya tela..

Otra de las grandes alabanzas que tiene este título es su comedia desprejuiciada y el gore. Y ni lo uno ni lo otro me parece en absoluto destacable, me explico.

La comedia está centrada en pequeños gags que, salvo rarísima ocasión, no tienen sentido alguno con el devenir de la cinta. Así los intentos de meter crítica social, la tramposa acerca del racismo, y sobre la intolerancia, principalmente, quedan algo toscas y, en demasiadas veces, estúpidas.

Encima la cosa no arranca hasta casi pasada la hora de duración, hora que llega a hacerse realmente pesada. Porque Roth no consigue tener un ritmo donde el espectador esté ansioso por saber qué pasa después, aquí estamos esperando a que pase algo sin más.

Y sobre el gore.. Qué decir.. Que no, que no cumple. Que hay mucho menos de lo que se vendió en su día, y de lo que la gente dice. En ese mismo año hay bastantes cintas con más nivel de hemoglobina. Además que este híbrido entre “La cosa”, o “Posesión infernal” tiene muchísima menos sangre que ambas, por ejemplo. Y sí, que tenemos escenas gore con buenos efectos, algunas calcadas de “Creepshow 2” por cierto, y que algunos momentos, de la parte final, tienen un ritmo interesante, no voy a decir que no. Pero en global la cinta no es ni tan gore, ni tan terrorífica ni tan nada.

Al menos el bueno de Roth nos muestra alguna que otra escena de sexo, una con su comedia absurda, y otra con más absurdez todavía, pero que tiene más gracia. Me refiero a la del final. Aunque veremos a un niño “autista” que de repente se pone a lanzar patadas de kung fu, o a un grupo de pueblerinos ir a atacar al grupo de jóvenes sin más, o a un policía  del todo atípico, que hasta podría recordar al visto en “Scream” y que aquí está encantado con las mujeres y la cerveza, y un sinfín de temas del todo ilógicos, y, o peor de todo, incongruentes entre sí.

Al menos el final tiene su aquel, muy deudor, por no decir otra cosa, de “La noche de los muertos vivientes”, con escenita calcada, por cierto, y con el mejor gag de toda la película, el relativo al racismo, este sí es un grandísimo acierto por parte de Roth.

Y no quiero olvidarme del “cameo” del propio director, el cual es absurdo e innecesario a todas luces, ya que no aporta nada, bueno mostrar a su perro, y parece que solo lo hizo para su lucimiento. Al menos el perro sí tiene peso específico, aunque, nuevamente, recuerda a otros títulos infinitamente mejores.

Y es que este debut de Eli Roth está sobrevaloradísimo. Y nunca entenderé como pudo llegar a recaudar tanto dinero, ¿La gente solo hizo caso a los Tarantino, Zombie y demás “gurús” del cine actual? Porque la cinta tiene un visionado y poco, poquísimo más.

Y debido al éxito de esta se rodaron dos secuelas, pero ya sin contar con Roth detrás de las cámaras.

Óscar Arias