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Crítica- Jaula sin techo (1973)

“Bizarra, tramposa, y perversa visión machista de una madre y su hijo. Con el paso de los años consiguió un estatus del todo merecido”

Cualquier cinéfilo de a pie sabe que la década de los setenta estuvo plagada de cine crítico con todos los nuevos avatares de la sociedad. Así, no es de extrañar que de cualquier caso social se pudiese abordar un largometraje, donde el guión remarcase alguno de estos elementos. Así pasa en esta “Jaula sin techo”, una especie de crítica social al machismo, dando un giro de 180 grados. En esta ocasión son tres mujeres las que convierten a un muchacho en eterno bebé. Y sí, los aires a “¿Qué fue de Baby Jane” y similares no son en absoluto gratuitos. No obstante, el American Gothic comenzaba a coger el empaque que asentaría en esta década.

Así el director Ted Post, siempre recordado por ser el responsable de las secuelas “Regreso al planeta de los simios” en 1970 y “Harry, el fuerte” en 1973, y bajo guión de Abe Polsky, que también produce, se embarcó en la realización de esta extraña, y bizarra, pieza. Para protagonizarla contó con la veterana Ruth Roman, vista en “Cuchillo para damas” en 1974, o “Extraños en un tren” de todo un Hitchcock, la modosita Anjanette Comer, que trabajó en innumerables series de televisión, la hermosa Marianna Hill, que participó en “Playa sangrienta” en 1980, la joven Susanne Zenor, otra habitual de la televisión, y David Mooney, que interpreta al “Baby” del título de la película, original.

Es curioso como esta cinta ha sido siempre catalogada como cine de terror, cuando toca diversos estilos y no se define en ninguno claramente. Cierto es que la historia puede acercarse al terror, pero también al cine negro, al drama psicológico o al thriller. Lo que está claro es que, aun siendo un título que pasó casi del todo desapercibido en su época, es del todo recomendable debido a su bizarrismo y su extraño, pero eficaz, argumento. Y es que la historia escrita por Polsky es del todo tramposa. Se nos enseña como un trío de mujeres, madre y dos hijas, cada una de padre distinto, cuidan de su hermano de 21 años, que todavía sigue siendo, mentalmente un bebé. Aunque, en realidad, son ellas las que se encargan en que este no crezca, bueno, solo crece físicamente, faltaría más.

De todos modos la película es tramposa en no pocos momentos, y estas trampas no sé si son debidas a la dirección, no muy destacable y muy de telefilm, de Post, o a un montaje calamitoso. También me embarca la duda de la censura, aunque en los setenta era muy habitual encontrarse montajes de este tipo. Porque, importante, este título tiene un tufillo a telefilm enorme, y en los telefilms de la época, y hasta de siempre, los montajes tienen cortes y saltos que dejan al espectador del todo estupefacto.

Aun con todo, esta cinta ha conseguido tener un cierto estatus con el paso de los años. De hecho para muchos es un título de culto, aunque para un servidor no. Quizá sea este montaje, o las trampas son las que no consiguen que esta cinta me destaque sobre otras similares, siendo, por otra parte, un título del todo recomendable y disfrutable.

Porque, curiosamente, tenemos diversos elementos muy interesantes, y otros muy calamitosos. De entre los interesantes cabe destacar la propia historia y la gran actuación de Ruth Roman como madre manipuladora, y eso que su perfil es, posiblemente, el más tramposo de todos. También es destacable la presencia de las dos hijas, interpretadas de forma más que correcta por Marianna Hill y Susanne Zenor, eso que sus perfiles, también, están demasiado forzados. Eso sí, no puedo olvidar la escena donde Alba agrede a Baby con una especie de taser como castigo, o la paliza que dan las tres mujeres a una niñera, escena esta del todo sin sentido, pero que queda de maravilla.

Y de entre lo menos destacable es la confusa actuación de Anjanette Comer, que si bien en el desenlace de la cinta uno ata cabos, durante todo el metraje no hace más que crear dudas, y aumentar la trampa de guión hasta cotas inimaginables. Aunque lo más calamitoso es la pésima actuación de David Mooney. Como adulto estancado en la mente de un bebé no cuaja en ningún momento. No sé si es cosa de Post o del propio actor, pero desde luego es un elemento excesivamente flojo, y resta enteros a la película. Una auténtica pena.

No puedo dejar de hablar sobre la fiesta de cumpleaños, con un colorido muy setentero, que me encantó, y un ritmo muy televisivo y eficaz. Eso sí, las trampas, sí, más, son algo abusivas, y aunque estas cumplan, no dejan de jugar con los propios perfiles del elenco.

Así en el tramo final, más que destacable, estas trampas se resuelven en un final sorprendente y muy efectivo. Pero señor Post se le fue la mano con las trampas de los perfiles.

También es de agradecer la violencia del tramo final, la cual sorprende al tener un tono muy distinto al visto en el resto del metraje. Y el puro final, el cual es del todo sorprendente y muy potente, aquí Post podría haberse explayado algo mas… me quedé con ganas de más metraje de este momento freak.

Por lo que tenemos un titulo a reivindicar, el cual es lógico que tuviese una acogida algo fría en su estreno, recordemos que los setenta están plagados de cine excelente. Eso sí, fue calificada para todos los públicos, y eso síme parece un error por parte de la censura de la época. Aunque cosas peores hemos visto.

Además no ha envejecido muy mal, solo las mencionadas trampas desvirtúan ligeramente el resultado final, pero, en definitiva, estamos ante otro interesante título de la década de oro del cine, los años setenta.

Óscar Arias

La Mansion del Terror - 6.4

6.4

Género; Terror psicológico - Locura

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