Crítica- La leyenda del samurái (47 Ronin) (2013)

“Historia mítica japonesa contada bajo guión, flojísimo, made in USA, y ni allí funcionó”

Son varias las películas que han tratado la famosa historia real de los 47 ronin, la leyenda más famosa del código de honor samurái, el Bushido. Ahora ha sido la todopoderosa Hollywood la que se ha fijado en esta excepcional historia japonesa para realizar su adaptación, ¿Y qué nos podemos esperar? Pues un gran presupuesto, algo más de 175 millones de dólares, en un título bastante del montón donde, como era de esperar, las críticas desde Japón no han sido nada positivas, y es que meter a un personaje occidental es una afrenta a esta mítica historia real, entre otras muchas cosas que comentaré a lo largo de este comentario.

La dirección del proyecto fue encargada a Carl Rinsch, debutante con tan solo tres cortometrajes a sus espaldas, en qué estarían pensando los productores me pregunto yo. Menuda presión para el director novel.

Pero el gran reclamo de esta gran producción es su estrella, todo un Keanu Reeves, actor del que tampoco hay mucho que decir, es del todo conocido y ha participado en innumerables títulos de género. Como gran acierto apuntar que el resto del elenco es de origen japonés, lo cual ayuda mucho al flojo, flojísimo, libreto escrito entre Chris Morgan y Hossein Amini.

Dentro del reparto japonés podemos destacar la presencia de actores de primer nivel. Así encontramos a Hiroyuki Sanada, “Lobezno inmortal” (2013), Tadanobu Asano, adoro a este actor del que siempre recordaré “Ichi the killer” (2001), Rinko Kikuchi, “Pacific Rim” (2013), o Kou Shibasaki, “Llamada perdida” (2003), entre otros muchos.

Pero el gran problema de esta película reside en un guión demasiado americanizado. Donde todos los geniales elementos japoneses, pasan a americanizarse en una película de estilo norteamericano que pierde toda la magia y poesía visual de la historia.

Así, si bien estamos ante un diseño de producción bien elaborado, y vemos unas calidades técnicas muy a tener en cuenta, obvio teniendo el presupuesto que con el que pudieron contar, tenemos una dirección y montaje de estar por casa, muy de estar por casa, que nos dejan un título bastante decepcionante.

Así, sí puedo entender el querer meter la historia del mestizo, con un actor norteamericano como gran reclamo, pero su perfil es bastante lamentable, normal que la cinta no funcionase en ninguna parte. Y sí, además, siempre se tachó a Reeves de ser un actor muy estático, y en esta, lamentablemente, lo es. Parece perdido, siempre con rostro impasible y carente de ninguna emoción, y mira que tiene momentos sentimentales, pero nada, que no hay manera.

Así, todo el peso de la trama acaba parando en los hombros de Hiroyuki Sanada y, en cierto modo, en Tadanobu Asano. Dos excepcionales actores que realizan, una vez más, unas interpretaciones magistrales. Cada cual sabe explotar su personaje y consigue crear que el espectador se crea a pies juntillas sus perfiles. Además casi la totalidad del resto del elenco japonés realizan grandes interpretaciones, quizá Min Tanaka, el Señor, brille, bastante, menos.

Y lo que no logro comprender es cómo teniendo las bases de una historia tan poderosa, y ya vista en otros largometrajes con grandísimas calidades, podamos estar ante un título tan flojo.

Ya que otro de los grandes elementos de esta cinta son sus batallas, y estas no llegan a los niveles deseados. Cierto es que las coreografías de las mismas cumplen, pero debemos exigir más. Este tipo de luchas con espada ya se vieron décadas atrás, y debemos exigir mucho más a un presupuesto como este. Una historia como esta debió ser más valiente en este punto y dejar algo de lado tanto drama. De hecho, la conjunción entre drama y lucha es muy pobre.

Y sí, cierto es que cuando se libera al mestizo de los holandeses la pelea entre Reeves y el monstruo, que parece una especie de Mr. Hyde, es potente, debido casi exclusivamente al diseño por ordenador de su rival. Y, apunto, viendo este matiz, no sé por qué no se explota más el universo mágico. Solo veremos a la genial Rinko Kikuchi como gran elemento mágico. Su transformación en dragón es más que aceptable, aunque no así la lucha, la cual está rodada sin fuerza ni tensión alguna.

Aunque en este aspecto la cinta sí luce, más o menos. Los efectos visuales son muy llamativos, aunque debieron dar bastantes más. Así, el momento con los maestros del bosque es de lo mejorcito, aunque quede del todo desdibujado por un rodaje y montaje soso a más no poder, aparte de estar contado de forma excesivamente absurda y plana.

Algo similar pasa en los momentos donde se recluta a los 47 ronin y las diversas trampas que sufren por parte de un genial, para variar, Tadanobu Asano. Pero en estos momentos son tantas las películas que nos vienen a la cabeza, y más allá de las magistrales obras de Kurosawa que, claro, esta queda en un lugar muy menor. Y sí, tiene su punto, y las nuevas generaciones puede que la disfrutarán. Pero señores míos, esto ya se rodó, y con muchísimas mejores calidades, hace décadas, en los cuarenta ya salieron a la luz las primeras películas sobre esta historia de honor japonés de los 47 ronin.

Sí me resultó curioso el tratamiento de la historia de amor. Rodada muy al estilo americano, y no, no empaca con el resto de la historia, aunque quizá esto sea debido a la floja interpretación de Reeves, o a las pautas que le diesen de dirección. Así, toda la trama romántica resta enteros a un título que tiene como grandísimo lastre un guión flojo y, por momentos, absurdamente americano.

Sí me agradó el final, el cual, como no podía ser de otro modo no tiene el clásico “Happy end”, aunque se entremezclen algunas secuencias que den por pensar en lo contrario. Pero, al menos, se respetó la historia original, más o menos, y no tenemos el clásico final feliz yanke.

En definitiva, una cinta de samuráis realizada por norteamericanos que deja mucho que desear. De hecho “El ultimo samurái” es bastante superior a esta, en muchos sentidos. Aquí la magia queda desdibujada, las peleas no tienen fuerza, la trama romántica no pasa de un segundo plano y de un intento de ser algo más, y el tratamiento del honor de los ronin no queda bien remarcado. Eso sí, un visionado tiene, no se hace en absoluto pesada en sus casi dos horas de duración, pero que no cuenten conmigo para una revisión en los próximos diez años.

Óscar Arias