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Reseña Novela- Orgullo Z (2011)

“Zombies en el universo LGTB que se queda a mitad de camino de cualquier parte”

El autor Juan Flahn, director de la película “Chueacatown” en 2007 y candidato al Goya por su corto “Hábitos” en 1996, decide introducirse en la literatura Z con su segunda novela. Y para ello sitúa la acción dentro del famoso barrio de Chueca de Madrid justo después de las fiestas del Orgullo gay, las más famosas, internacionalmente, dedicadas al colectivo LGTB, lesbianas, gays, transexuales y bisexuales.

Con esta premisa podemos esperar cierta originalidad en esta novela, aunque, ciertamente, el universo Z, ya en el 2011, empezaba a estar demasiado saturado. Es lo que tienen las modas. Así podíamos ver a nuestros queridos “no muertos” en cualquier situación o ubicación imaginable. Algo que, por cierto, no es negativo, pero obliga a mejores resultados. Y, lamentablemente, en la mayoría de casos solo teníamos copias y mas copias de lo ya visto/ leído.

Y este creo que es el gran problema de esta “Orgullo Z”. Porque Juan Flahn introduce una gran cantidad de cánones puristas del universo Z. Así tenemos a nuestro héroe negro, unos militares del todo detestables, crítica social, zombies lentos, o desconocimiento del origen de la pandemia. Así en este punto no puedo más que agradecer al autor el mantener esos elementos, que ni la famosa serie “The walking dead” respeta. Si, quizá sea, a veces, muy purista con el género Z. Soy un enamorado del mismo, y, como dato, siempre preferiré “Zombie” de Romero que “Amanecer de los muertos” de Snyder, para que os hagáis una idea.

Una vez supe de esta novela me causó mucha curiosidad, pero he tardado varios años en hincarle el diente, debido, especialmente, a la cantidad de productos de literatura Z, los cuales han saturado el mercado y a un servidor. Así me dispuse a leerla, o más bien devorarla, y si bien contiene muchos elementos interesantes, y estamos ante una novela de lectura rápida y dinámica, muchos de las acciones o las formas usadas por Flahn me dejaron algo frío.

Me explico. Los zombies no están descritos como cabría esperar. Y si, el autor los describe y todo lo que queráis, pero al haber tantas descripciones leídas uno echa en falta más matices de los muertos vivientes. No fui capaz de imaginarme claramente a que estilo pertenecían, o como eran realmente.

Algo similar pasa en otras acciones durante la trama. Así las peleas o escapadas de los diversos lugares atestados de zombies quedan algo desangeladas, como sin fuerza. Si cumplen, pero se quedan a mitad de camino de alguna parte. Así nos vienen a la mente decenas de largometrajes o novelas que si nos han puesto los pelos de punta dentro del universo Z, y esta “Orgullo Z” no es una de esas ocasiones.

Algo similar pasa con el grupo de protagonista. Si bien forman un grupo sui géneris, este tarda mucho en encontrarse y a la postre falta algo más de acción en su encuentro o que les involucre a tod@s. Y es que rápidamente pasamos a la escena del gimnasio y al totalmente sorprenderte final en tono teatral, del cual hablaré más adelante.

Así con este grupo protagonista uno espera que el autor los emplee para la consabida crítica social del género a favor del colectivo LGTB, y si bien lo hace  el resultado es algo confuso. Parece que estamos ante una novela dedicada al panorama literario LGTB más que a los aficionados a la literatura Z. Y en este punto creo que, también, queda a mitad de camino de ambas partes, yo como aficionado del segundo tipo me quedé con ganas de más en demasiadas ocasiones.

No puedo dejar de negar la gran albor del autor en posicionar la historia en todo momento. La ubicación de protagonistas en las calles de Chueca está altamente detallada y, a cualquier conocedor de la zona, este elemento le agradará enormemente. Y este motivo vuelve a ser otro detalle acerca de lo que comenté anteriormente. Yo vivo en Madrid, y pude trasladarme a los distintos lugares, pero por momentos me extraía de la acción, y no sé el motivo, así que no me preguntéis el porqué.

Por otra parte hay diversos detalles de la obra que me resultaron chocantes, por llamarlos de alguna manera. Toñi, la travesti, es tratada en género masculino y femenino, indistintamente, durante toda la obra, y esto me descolocaba, he de reconocerlo. No sé si es una forma habitual de llamar a una travestí, para mi es “ella”, y claro, estos cambios de género me sacaban de situación. Además que no lo veo como un personaje tan cómico, como leí por alguna parte.

Por otra parte a Belén, la lesbiana joven,  se la detalla como gran conocedora de las nuevas tecnologías, pero no es capaz de saber que un móvil tiene radio… quizá me salté alguna explicación al respecto, pero cuando, sobretodo en un apocalipsis Z, se detalla a algún personaje con una virtud, esta hay que manejarla con sumo cuidado y precisión.

O con Miguel, el héroe negro que puede con todo, ¿gracias a ser seropositivo? Este detalle me pareció absolutamente genial, aunque muy cogido por pinzas. Creo que el autor pudo exprimirlo mucho más.

Al igual que todo lo relacionado con los militares, ya que queda del todo secundario teniendo una importancia del todo capital.

Ídem con la crítica social. Mucho tema LGTB pero poca crítica directa y mordaz, como el universo Z lleva haciendo décadas. Y mira que el argumento daba para explayarse, pero no, nos quedamos a mitad de camino, nuevamente.

No quiero olvidarme del capítulo, por llamarlo de alguna manera, dedicado al encuentro de Miguel con una mujer y su bebé zombie. De primeras me recordó a “La noche de los muertos vivientes“ de Savini, con la mítica zombie con el muñeco de bebé, pero el desenlace me dejó helado. Y esa que la resolución pudo darse sin tener que exprimir ese momento de Miguel, que vamos que la mujer se pudo contagiar como nos acaba por contar el autor.

Y así llegamos al tramo final, y aquí el autor me heló totalmente. No sé porqué decide cambiar el estilo narrativo de la obra y nos muestra el final con un estilo teatral.  Me pareció un error garrafal, como una broma sin demasiada gracia. Y si, seguramente será cosa mía. Pero este cambio de estilo narrativo me resultó del todo innecesario y me dio la sensación que la obra perdió fuerza.

Aparte que el, puramente, final, además de tramposo, me resultó muy vacio. No creo que pensando en una secuela, pero si dejando la trama tan abierta como para hacer pensar, y no, no me pareció acertado. Quiero saber que sucede, no poder tener diversas posibilidades de “como acaba todo”. Así que la sensación final es que estamos ante otro título más dentro de la literatura Z que pasará sin mayor pena ni gloria. Siendo un título dinámico y de fácil lectura no aporta nada nuevo, cuando su premisa así nos lo hace creer. Y es que me faltó más acción zombie, y si, hay gore y ataques suficientes, pero no están descritos como uno cabría esperar, y una crítica más audaz o directa se hecha en falta.

La Mansion del Terror - 6.6

6.6

Género; Zombies - Apocalíptico

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