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Crítica- Cub (2014)

“Slasher belga al que le falta algo más de violencia y mala leche. Aun así un killer infantil muy interesante”

Desde Bélgica nos llega el debut del director Jonas Govaerts, que cuenta con varios cortometrajes a sus espaldas, el cual está consiguiendo buenas críticas con este su debut. Del guión se ha encargado el propio director junto a Roel Mondelaers, y el reparto está formado por un elenco bastante novel, de hecho parte de sus protagonistas son niños.

Govaerts ha decidido debutar con un slasher algo tramposo que entremezcla elementos del survival. Así si bien podemos encontrarnos elementos de títulos como “Deliverance” (1972) y otros, casi copiados, de la saga Viernes 13. Los corrillos a la luz de la hoguera de los campistas, en esta ocasión boy scouts, así lo revelan, o los planos dentro del bosque, y así podríamos diferenciar diversos elementos de los slasher ochenteros mas clásicos, aquellos que se ubican dentro de un bosque. Y hay decenas, sino más.

De todos modos he de decir que la historia atrapa y la dirección cumple. Cierto es que se echa en falta más violencia o gore, porque los numeritos de las trampas en el bosque recuerdan más a títulos tipo “Saw” o “The collector”, pero en más cutre. Además que las muertes, aparte de pocas, muy pocas, son flojas y nada destacables, no entiendo porqué muchos comentan que esta cinta es muy violenta y tiene muertes brutales, porque creo que vimos títulos distintos. Porque aquí está el gran error de este título, el cual destaca por otros méritos, pero queda muy atrás en cuanto a violencia gráfica. Y un slasher necesita de muertes llamativas, que no originales, y violentas, cuanto más mejor.

Y sí, alguna muerte es destacable, aunque más bien excesivamente increíble y forzada en sus planteamientos, véase la de las avispas o la de los arboles, quizá con el término forzado me quede hasta corto. Y, me repito, les falta violencia, que ya son muchos slasher vistos.

Porque sí está bien creada la presentación de personajes, aunque por momentos Govaerts se exceda más de la cuenta en matices irrelevantes. Así los monitores dejan ver, claramente, quién es el personaje simpático y quién el odioso, al cual tampoco hacía falta ponerle un pitbull para remarcarlo, que esos perros son preciosos y muy buenos, los imbéciles son sus amos.

Siguiendo con la película, preguntar en voz alta para qué sirvieron los malotes, unos personajes planos y absurdos los cuales solo están mostrados para ser asesinados, solo uno de ellos, pero cuando este momento llega Govaerts no es capaz de crear una muerte que todos esperamos. Algo que sea brutal y violento, si no no sirve de gran cosa que se presente a un personaje tan odioso y, encima, se le mate sin demasiada fuerza. Bueno con un sistema de trampas con poleas que me gustaría saber cómo conseguiría montar el asesino de turno, menuda trampa del bueno de Govaerts.

Sí es muy destacable la construcción del personaje de Kai, el “chico lobo” y de Sam, el “ boy scout traumatizado” , al cual el guión no le ayuda pero hay que reconocer que el joven Maurice Luijten realiza una grandísima interpretación. De hecho esta dupla nos deja los mejores momentos de todo el metraje, mostrando la compresión entre personajes. Muy destacable el asesinato del perro en plan yincana, ese era el tono que se echa en falta en otros momentos del largometraje. Porque si tienes planificado matar a un grupo de niños hazlo impunemente, no mostrando sin mostrar. Lo eché mucho en falta, sin hablar de personajes que de repente desaparecen sin más. Véase el niño jefe de los scouts y el rubito..

Otro pequeño defecto de este largometraje es la fotografía, demasiado apagada y oscura por momentos. Mantiene los cánones del slasher, sí, pero en algún momento se decide oscurecer todo demasiado, y esto no ayuda. Aunque la incursión de los tonos rojizos en las cloacas del killer si son destacables, aunque no se aprecia el decorado como uno querría. Además, que después de ver las trampas que se montan, esa cueva queda algo desangelada.

He de destacar la caracterización de Kai, el “niño lobo”. Simple a más no poder y realmente eficaz. Esta consta de un taparrabos, barro y suciedad por todo el cuerpo y una careta realizada con una corteza de un tronco, y demonios si cumple. No es necesario crear un killer deformado enorme, si con una construcción buena se consiguen resultados soberbios, y aquí tenemos una clarísima prueba. Lástima que no se explique algo sobre el porqué del hombre que asesina y coloca trampas, sí, ese mismo que tiene licencias en su personaje que desentonan totalmente. Porque si bien su ataque al campamento es muy interesante, aquí, nuevamente, Govaerts fue muy cobarde al no mostrar más violencia, su “resurgir” es excesivamente tramposo. Y si, que esto es un slasher, ¿Pero quién es el killer? ¿El niño o él? A mí que alguien me explique algo que, quizá, me he perdido.

El tramo final es, nuevamente, tramposo, pero cumple con solvencia. Me quedé con ganas de disfrutar más de la lucha entre los dos niños, donde me vino a la mente de cinta “300”, porque Maurice Luijten parece sacado de ella, ¿no os parece? o de saber algo del asesino adulto, uno de los lastres de la cinta. Porque el puro final me encantó, ese giro al principio de la película me resultó del todo acertado, tramposo sí, pero me cautivó. El único defecto es que me dejó varias dudas, las cuales no se si se resolverán en una secuela, desde luego las puertas están, claramente, abiertas para realizarla.

Por lo que tenemos un debut interesante por parte de Jonas Govaerts, al cual le ha faltado algo más de mala leche o valentía en su planteamiento. Así que sin ser una gran maravilla es un título recomendable, especialmente a los seguidores del slasher, a los que les gustará aunque les sabrá algo a menos, porque pudo, quizá debió, dar algo más de sí. Esperaremos un segundo trabajo del director, buenas trazas hay.

Óscar Arias

La Mansion del Terror - 6.7

6.7

Género; Slasher- Survival

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