Crítica- III (2015)

“Terror ruso excesivamente denso. Ni la excelente fotografía nos hará recordar este título por mucho tiempo”

El director ruso Pavel Khvaleev presenta “III”, su segundo largometraje y primero dentro del cine de género. Cuenta con guion de su mujer, Aleksandra Khvaleeva, la cual debuta con este largometraje en el mundo cinematográfico. Comentar también que la banda sonora corre a cargo del grupo Moonbeam, formado por el propio Khvaleev junto a su hermano Vitaly. Y es que Khvaleev se creó un cierto nombre rodando decenas de videoclips del grupo y presentándolos en Festivales. Y sí, parece que todo queda “en casa” de la familia Khvaleev. Algo que es en absoluto negativo, solo informativo.

Tanto del reparto como del equipo técnico poco podemos comentar, ya que parece que estamos ante el debut de la gran mayoría de ellos. Y para colmo, como muchos sabréis, el cine de terror en Rusia no está muy arraigado. Aunque en los últimos años ha aparecido algún que otro título, no es un país con demasiado gusto por el terror patrio, así que solo por este matiz esta cinta ya copa nuestro máximo interés.

¿Y qué nos frece “III”? Pues la respuesta es bastante compleja. Porque el mayor de sus problemas es lo extraño de su idea original y de su guión. Así si bien tenemos una puesta en escena muy destacable, con una fotografía realmente acertada, la historia es demasiado densa y nos deja con más dudas que respuestas una vez vista.

Porque si bien los perfiles de las dos hermanas, interpretadas de forma magistral por Polina Davydova y Lyubov Ignatushko, se mantienen en el primer tramo de la película, a la par que vamos entendiendo los matices dramáticos de la cinta, estos perfiles se transforman en confusos, y, lamentablemente, más irrelevantes, de lo que cabría desear.

Ya que, si bien todo lo referente a los chamanes y el rito para poder tratar de curar una enfermedad a través de la mente ilusiona y hace esperar secuencias y momentos intensos, estos, aun habiéndolos, son tan escuetos y están montados de forma tan tramposa que nos dejan con más dudas que respuestas. Y, claro, esto se va convirtiendo en el gran lastre de un título que promete durante casi la totalidad de su metraje, pero que, a fin de cuentas, nos deja con la miel en los labios. Mucho bizarrismo y mucha parafernalia que no llega a ningún puerto, ni bueno ni malo.

He de destacar, aunque ya lo apunté previamente, la excelente fotografía. La cual nos regala algunos paisajes preciosos, además de algunas escenas terroríficas muy bien contrastadas. Lástima de la dirección algo plana y tramposa por parte de Khvaleev. Que si bien sabe qué quiere mostrar, da la sensación de que él mismo se pierde en un guion demasiado confuso, o no bien acabado, que tampoco sabría por qué decidirme.

Por otra parte es raro ver a la totalidad de secundarios con personajes tan secundarios, valga la redundancia. Porque ninguno aporta nada, ni la madre ni el médico, que tampoco es que haya muchos más con una mínima importancia. Así la historia, especialmente el final, queda en demasía sobre los hombros de Evgeniy Gagarin, y su personaje de Padre Herman. Y no sé qué es peor, o el perfil y sus inmensas trampas, o la plana y excesivamente fría interpretación del actor. Aunque, me da a mí, que la dirección quiso ese tipo de actuación, y esta no cuaja, de hecho queda en un lugar pésimo en contraste a las magníficas actuaciones de las hermanas. Y es que estas, especialmente Davydova, salvan la película de no ser un producto más, y menor, el cual es de no muy fácil consumo, por cierto.

Tampoco puedo dejar de destacar los efectos especiales. Quizá algo deudores del cine estadounidense más en moda, con “Silent Hill” a la cabeza, pero el cual cumple. Así los diversos monstruos que aparecen en la cinta, los vistos en la mente de Mirra, sorprenden, y al estar acompañados de una, muy acertada, fotografía rojiza, crean más desasosiego. Lástima que Khvaleev no los explotase aún más. Porque estas escenas las dirige con un tempo soberbio, aunque su montaje final no sea el más acertado posible.

La banda sonora no me dijo nada, música electrónica sin más. Y no soy muy aficionado a esta música, y no creo, aparte, que fuese la más acertada para las escenas que vemos. Creo que este título hubiese requerido de otro estilo musical, menos sintetizadores y más instrumentos con partituras más potentes. Más orquestales, en opinión totalmente personal.

En definitiva, estamos ante un terror ruso demasiado denso al cual le pesa su propio guion y dirección. Porque una vez vista la cinta nos asaltan las dudas sobre de qué trata la misma. Y esto nunca es un acierto. Ya que en esta ocasión dos buenas actuaciones y una excelente fotografía no son suficientes para crear un título bueno, hace falta más. Así, sin ser una mala película sí pasará sin mayor pena ni gloria. Esperemos que para su siguiente trabajo Khvaleev decida explicar algo más y trate de no rodar de una forma tan densa.

Óscar Arias