Crítica- Samurai princess (2009)

“Otra de las burradas gore provenientes de Japón, aunque algo menor”

El guionista de la brutal Tokyo gore police decide rodar otro producto del mismo estilo después de su trilogía cómica Hatsukare, partiendo de una historia original suya y guionizada por Sôtarô Hayashi. Contando con un presupuesto escaso pero con el protagonismo de la actriz de cine para adultos japonesa Aino Kishi, no deja de resultar curioso la decisión de la gran mayoría de productores en escoger a actrices porno para este tipo de productos. Del resto del elenco podemos destacar a Mihiro, [Cruel restaurant, 2008, o Zombie self-defense force, 2006], Kentarô Shimazu, [The machine girl, 2008, o Tokyo gore police, 2008], o Mitsuru Karahashi de la serie Masked raider 555.

El Dr. Kyoraku está creando androides con partes de los cuerpos que sus propias mutaciones le proporcionan, así una muchacha es violada junto a sus 11 compañeras y al sobrevivir el Dr. Kyoraku junto a una sacerdotisa budista la revivirán convertida en androide. Pero su idea es vengar su muerte y acabar con el malvado doctor, para lo cual tendrá la ayuda de un hombre que también busca venganza.

Otro producto cyberpunk splatter proveniente de Japón, parece ser que este tipo de cine de bajo presupuesto está de moda en el país oriental, y todos los aficionados nos alegramos por ello. Ciertamente las calidades de este título son bastante flojas, resulta bastante inferior a las últimas locuras gore provenientes de Japón, como son The machine girl, o Tokyo gore police.

Aquí el bueno de Kengo Kaji no es capaz de hilvanar de forma correcta la historia y se centra principalmente en mostrar mutaciones humanas y abundante gore. Lo cual satisface al aficionado que busca precisamente eso, pero no deben olvidar que no solo queremos litros de sangre, hay que hacer algo mas, o al menos tratar de tener una historia medianamente competente y que esté contada de forma lógica o al menos interesante.

Y es aquí precisamente donde esta Samurai princess flojea en exceso, la trama y decisiones de la dirección son bastante flojas. Las licencias que se permite Kengo Kaji son muy remarcadas. Por ejemplo, en el combate entre las dos buscadoras de Mechas y los Mechas malvados de repente cambian, sin sentido alguno, las parejas a pelear, así la muchacha del abanico acabará con el hombre cuando estaba a punto de empezar su pelea contra la mujer, que cosas.

Es igualmente sorprendente como Kengo Kaji introduce, casi sin sentido, una secuencia de sexo, obviamente uno de los reclamos de la cinta es la actriz porno Aino Kishi, pero esta secuencia me resultó del todo innecesaria. Además, con el genial efecto de las tetas boomerang creo que valía, ¿no?…jajaja

Entonces centrémonos en el gore, que es lo importante de este título, y es aquí donde disfrutamos como niños pequeños. Tenemos otra locura ultragore mezclada con comedia (splastick) de lo mas cafre e irreverente, las mutaciones de los androides son algo cutres pero efectivas, y la cantidad de látex usada para crear los miembros amputados y los litros de sangre vistos ya valen por si solos para hacernos disfrutar. Porque ese es el objetivo de este tipo de productos, hacer disfrutar al fan que busca gore, acción y mutaciones.

Lo malo es que se olvide la trama, algo que ya pasó con los otros gores mencionados por cierto, porque si tenemos que enumerar todos los efectos gore tendríamos que usar demasiado texto y lo mejor es disfrutarlo por uno mismo. Tenemos penes brutales, extracciones de cerebros, degollamientos, etc, etc.
Porque esta película no engaña a nadie, es lo que es, un splastick cyberpunk en toda regla, ni mas ni menos.

Otra de las burradas gore provenientes de Japón que mezclan elementos del cyberpunk mas cómico y cafre al mismo tiempo. Lamentablemente la historia es algo floja y solo tiene interés la cantidad de gore, los pequeños momentos donde no aparece el líquido elemento se nota en exceso y la cinta pierde enteros, afortunadamente estos momentos son los menos. En definitiva, todos los seguidores del cine de sangre y tripas deben ver este título, eso sí, y me repito, sin esperar reflexiones metafísicas ni mucho menos.

Óscar Arias