Crítica- Dolls (1987)

“Otra joyita ochentera producida por la difunta Empire prod.”

Otra pelìcula dirigida por Stuart Gordon para la Empire Prod. de Charles Band, ademàs de contar como productor con Brian Yuzna, recordemos que les debemos Resonator o Re-animator. Aparte Gordon ha demostrado que es un gran director de gènero, de hecho le debemos tìtulos como los mencionados o Robot jox, El foso y el pèndulo, Castle freak o Dagon. En el reparto cuenta con la niña Carrie Lorraine, una de las revelaciones del año, que lamentablemente solo habìa trabajado en Polstergeist 2 y no rodò nada màs, tambièn vemos a Guy Rolfe, el mìtico Baron Sardonicus, visto tambièn en diversas partes de la saga Puppet master, o a Carolyn Purdy-Gordon, mujer de Stuart Gordon, que participò en la mayorìa de sus cintas de los ochenta, o a Stephen Lee, El foso y el pendulo o Ghoulies 3, o a Hilary Mason, I don`t want to be born o Amenaza en la sombra.

Los Bower se quedan tirados en la carretera en plena tormenta, por lo que se alojaràn en casa de los Hartwicke, donde Gabriel se dedica a construir muñecos de artesanìa, pronto apareceràn Ralph con dos autoestopistas a las que tambièn daràn cobijo. Pero por la noche Judy avisarà a Ralph porque los muñecos estàn vivos y estàn matando a los adultos, al parecer Ralph aùn tiene corazòn de niño. Ambos tendràn que escapar de los muñecos, y es que los Hartwicke crean algo mas que simples muñecos de artesanía, y usan a las vìctimas de sus propios muñecos.

Nueva pelìcula de muñecos asesinos, que tanto gusta rodar a Band, rodada usando la tècnica del Stop-motion ayudado por algunas marionetas y tìteres. Esto es lo màs intresante de la cinta, ya que el guiòn es algo inestable, por momentos muy infantil y otros muy ilògico o absurdos.

Gordon solo usa una casa para el rodaje, le sabe dar ese toque de mansiòn maldita, aunque veamos y sepamos que los muñecos son los responsables de todo. Consigue crear una buena ambientaciòn, hay secuencias con una atmòsfera muy conseguida, ademàs al mostrar tantos muñecos con ganas de matar sube enteros estos momentos de tensiòn. Ya que los muñecos siguen siendo, y siempre seràn, un elemento infantil pero terrorìfico, en las manos adecuadas, claro està.

Las actuaciones son bastante correctas, destacando la joven Carrie Lorraine, que fuè nominada en el Festival de jòvenes artistas, que junto a Stephen Lee y Guy Rolfe son los actores màs destacados. Quizà la planificaciòn de las jòvenes o de la madrastra de Judie me resultase algo exagerada.

Aparte hay que destacar igualmente el genial ritmo, bastante dinàmico durante todo el metraje, la pelìcula dura unos escasos 78 minutos, y, afortundamente, se nos muestran los muñecos en bastantes ocasiones y Gordon no rehuye en absoluto del gore. No obstante tenemos algunas secuencias geniales, como la joven que comienza a convertirse en muñeco ¡El momento es cuando se le caen sus propios ojos y los recoge! O la otra joven siendo fusilada por una tropa de muñecos, los ataques a los mismos donde nos dejan ver su interior, que està bastante logrado aunque la primera vez parecen una especie de demonios y confunde.

Sin olvidarnos de Polochinelo, el muñeco que regala el señor Hartwicke a Judy que tendrà una lucha mortal con su padre, que corresponde a la parte final de la cinta. Ya que al ser tan dinàmica no se hace nada pesada y su visionado se pasa en un suspiro, aunque quizà sobren algunos momentos en exceso infantiles. Especialmente lo que serìa estrictamente la parte final, que casi nos deja con ganas de ver a algùn muñeco mas o un final menos “amable”.

Otra joyita ochentera producida por la difunta Empire prod., mostràndo de nuevo como con muñecos se pueden rodar grandes pelìculas de terror, esta es anterior a Chucky. Sin contar con un gran presupuesto pero siendo totalmente fiel al aficionado y al espìritu del gènero, ademàs el volver a ver usar la tècnica del Stop- motion siempre es gratificante, aunque no estè al nivel de Harryhausen. Asì esta cinta tiene el estatus que tiene, no llega a ser culto pero es un gran divertimento terrorìfico.

Óscar Arias