“Excepcional telefilm británico de fantasmas que tiene un in crescendo casi perfecto y un final brutal”
Basándose en la obra homónima de Susan Hill, el director inglés Herbert Wise, habitual de la Tv inglesa, realizó su adaptación para televisión a finales de los ochenta. Así, manteniendo todos y cada uno de los detalles habituales de los telefilms británicos, Hill nos lega uno de los mejores telefilms de fantasmas de todos los tiempos. Contando con un presupuesto escaso se supo rodear de habituales técnicos e intérpretes de la Tv que cumplen a las mil maravillas. Así el protagonismo recae sobre Adrian Rawlins, que actualmente es más conocido por ser el padre de Harry Potter, que está acompañado de otros grandes actores británicos habituales de la Tv nacional, tales como Bernard Hepton, David Daker, Pauline Moran, escogida para el papel fantasmal y que siempre será recordada por su participación durante más de diez años en la serie de Tv Poirot, David Ryall, que también ha participado en la saga del joven mago Harry Potter, Clare Holman, John Cater, habitual de la Hammer y la Amicus, John Franklyn-Robbins, y de unos jóvenes Steven Mackintosh, que ha participado en la saga Underworld, y Andy Nyman, visto en Desmembrados en 2006.
No sé cuan fiel al libro es esta adaptación escrita por Nigel Kneale, lo que sí se puede observar es que el tempo del guión está magistralmente tratado por parte de Hill. Así, viendo claramente las deficiencias presupuestarias, consiguen mantener unas calidades más que aceptables. Todo viste muy inglés, y todo posee la vena inglesa más tradicional. Algo que resulta perfecto para esta historia de fantasmas.
Desde la casa y la familia de Arthur Kipps, al bufete de abogados, a todo el pueblo, o el camino del pantano es tan típicamente inglés como gratificante a la vista del aficionado. Porque los ecos de las grandes Hammer o Amicus, entre otras, siempre estarán presentes en nuestras retinas.
Quizá lo más destacable de esta gran película sea la acertada dirección de Herbert Hill. Sabe mantener la tensión cuando es requerida, y su uso del tempo cinematográfico es excelente. De hecho, siendo un telefilm inglés, en ningún momento tenemos una escena de tedio, algo muy habitual, y que no es negativo, por cierto. Hill sabe crear un in crescendo terrorífico y atmosférico como muy pocas veces se ha podido ver en un telefilm. El aseverar que este es uno de los grandes telefilms de la historia no es nada descabellado.
Por otra parte, gran culpa de las magnificencias de este título es el excelente elenco. Nadie destaca y nadie estropea el resultado final. Todos los actores, que son muy ingleses, interactúan a la perfección para el bien de la película, así tenemos una serie de actuaciones bárbaras. Destaquemos pues, y por mérito propio, a Adrian Rawlins, cuya interpretación es muy potente y consigue ayudar notablemente a Hill en el in crescendo de la trama, de diez. Este está perfectamente secundado por Bernard Hepton, el ricachón del pueblo. Pero es que podríamos destacar a casi la totalidad de secundarios, la mujer de Hepton está sublime en su escasa interpretación, o el cochero, que cumple a las mil maravillas. Y no podemos olvidarnos de Pauline Moran. Cierto es que no dice ni una palabra y que su caracterización, vista a día de hoy, puede resultar algo sosa. Pero la majestuosidad que evoca es brutal. Ya en su primera aparición en el cementerio uno sabe que ese personaje tiene magia, que es un personaje imprescindible y que nos deparará diversas sorpresas, y vaya si lo hace.
Porque el devenir de la trama, como ya apunté, es un in crescendo hacia el terror mas británico. Es decir, quizá algo plano, pero con una cantidad de matices que hace las delicias del aficionado. De hecho el devenir de la historia nos deja helados por momentos. Y aquí tenemos que hablar de uno de los mejores, sino el mejor, susto de un telefilm de género. Bueno quizá compita con El misterio de Salem’s Lot. Y es la aparición de la mujer de negro cuando Arthur Kipps está descansado después de todo lo que la ha ocurrido en la vieja casa, simplemente bárbaro. Porque este susto está, encima, estirado, forzado y demuestra un buen tino por parte de esta producción que deja algo desconcertado en su primer visionado.
Además los momentos en la casa están muy bien hilvanados y tratados, de hecho, es raro ver momentos tan largos y terroríficos en un telefilm.
Y es que toda la parte final es de un potente que dejará helado al más pintado. De hecho, estamos ante, posiblemente, el final mas bruto y aterrador jamás visto en un telefilm. ¿Alguien se esperaba este final tan alejado del Happy end que se presupone? Aún recuerdo la primera vez que lo vi, siendo bastante más joven que ahora, y recuerdo que me dejó del todo impactado. Qué barbaridad, que mala leche… si parece una cinta underground yankee. No por el estilo, sino por las formas y resultado final. Sublime.
Por derecho propio uno de los mejores telefilms de género fantasmal de toda la historia. Sí, lo digo del todo en serio. Reconozco que el estilo visual es muy inglés, especialmente televisivo. Pero el pasar del metraje nos adentra a una historia que, sin duda alguna, es una gran historia a la que Hill le supo sacar un partido excepcional. Ahora se ha rodado una nueva adaptación, que es, por muy curioso que resulte, mucho menos valiente que este título de 1989, que, encima, estaba hecho para la Tv. Esto son cosas que jamás entenderé. Por siempre gracias Señor Hill por regalarnos esta joya de fantasmas.
Óscar Arias
La Mansion del Terror - 8.9
8.9
Género; Terror - Drama - Fantasmas