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Crítica- La hija de las tinieblas (1989)

“Telefim de vampiros que cumple sin mas”

Después de dirigir sus cintas más recordadas, Re-animator, Resonator y Dolls, Stuart Gordon rodó diversas películas directas para televisión o VHS, siendo esta, La hija de las tinieblas, la primera, posteriormente nos legaría Castle freak, Robot jox o Dagon, entre otras tantas. Como reclamo para esta producción cuenta con todo un Anthony Perkins, Psicosis, en su único papel como vampiro, el cual está acompañado de Mia Sara, de la mítica Legend, o Aprendiz de asesino, Robert Reynolds, Aullidos 6, Jack Coleman, de las series de televisión Heroes o Kingdom hospital, aparte de un elenco de secundarios rumanos bastante amplio.

Katherine Thatcher viaja a Rumanía en busca de su padre al poco de morir su madre, allí pedirá ayuda a un trabajador de la embajada americana, Devlin, e igualmente al dueño de un bar donde antiguamente residía su padre, Grigore. Además conocerá a Anton y a un antiguo grupo de vampiros los cuales buscan mejorar su especie, quizá si Kath es hija de un vampiro la raza definitiva estará más cerca, solo la ayuda de Devlin y Anton podrá salvarla.

Pasable cinta de vampiros que guarda un estilo, en momentos, similar a la saga Subspecies, aún resultando algo inferior. Y no solo por estar rodada en Rumanía, seguramente fuese más barato que hacerlo en USA, sino por una fotografía oscura y deprimente que aunque tiene altibajos enmarca bastante a esta producción, algo de agradecer. Eso sí, Gordon usó este estilo en sus posteriores cintas, estilo cercano igualmente a muchas de las producciones de la Full Moon. Por otra parte la banda sonora no dice gran cosa, una vez vista la película no se recuerdan las notas musicales, algo que perjudica a una cinta de este tipo ya que es bastante atmosférica.

He de reconocer que el perfil de Kath, interpretado de forma sobria por Mia Sara, me resultó algo forzado, con toques infantiloides y actuaciones y decisiones realmente estúpidas. Algo que Gordon no sabe matizar en su justa medida, algo similar pasa con el personaje de Jack Coleman, Devlin, al cual no se puede ubicar entre buenos o malos ya que Gordon obvia muchos detalles. O quizá que en el montaje no fuese capaz de explicar todo o dejarnos la historia contada de forma más coherente.

Perkins está algo frío, abusa en demasía de gestos faciales, algo que ya está muy visto por parte del actor, llevar una vida mostrando lo mismo acaba por saturar. Además realiza una interpretación fría, como inconsciente, algo que choca frontalmente con su némesis, Grigore, el cual resultará el vampiro malo de turno, pero la confrontación y diversos matices sobre los vampiros hacen a este título algo simple.

Los sueños de Kath son muy interesantes, recuerdan mucho a El foso y el péndulo del propio Gordon, aunque podrían haber dado para algo mas. Así como muchos momentos interesantes e intensos que se quedan a mitad de camino de algo interesante, al menos están repartidos durante todo el metraje. Aunque constantemente Gordon parece tomar la decisión incorrecta, o mejor dicho, menos valiente.

Así cuando los vampiros hacen acto de presencia resultan bastante estúpidos. Por cierto, si Anton es el príncipe de los vampiros ¿Porqué Grigore duerme en una habitación privada? Licencias de Gordon.
Al menos en la parte final y enfrentamiento entre buenos y malos tendremos algo de acción, un poco floja pero efectiva, donde veremos algún que otro efecto especial, vampiros quemados tipo Los viajeros de la noche.

Por cierto, el detalle de quemar vivo a un vampiro con la luz del sol y prender fuego al resto mientras duermen también fué usado en Entrevista con el vampiro.
Por lo que resulta una cinta que tiene un visionado y poco mas, aunque a las nuevas hordas de fans de los vampiros románticos es posible que les haga más gracia que a mi.

Otra película de Stuart Gordon, prolífico director de cine de género, en esta ocasión se introduce en el universo de los vampiros y nos ofrece una historia algo deslavazada que tiene buenas ideas pero formas algo justas. Quizá lo peor de todo es el desaprovechamiento de Perkins, aunque en la parte final haya algo más de acción. Por cierto, en esta ocasión los vampiros muerden con unos dientecillos en sus lenguas, nada de colmillos, algo que tampoco era novedoso.

Óscar Arias

La Mansion del Terror - 5.1

5.1

Género; Vampiros

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